Cuando por fin tuve las ideas en mi mente, me
asaltó una duda a la hora de escribirlas y era que casi parece que no voy a
poder encontrar palabras nuevas para escribir sobre las miradas y el efecto que
causan en todo nuestro ser; ya que muchas personas escribieron a lo largo de
muchísimos años sobre el poder de las miradas.
Aquí algunas de las frases que rápidamente aparecieron en mi mente y otras que
se enlazaban con las anteriores como las olas en el mar.
...la mirada es el lenguaje del corazón: escribió William Shekaspeare.
...el alma que puede hablar con los ojos, también puede besar con la
mirada: Gustavo Adolfo Becquer.
...bendita la luz de tu mirada: repite una canción muy conocida.
...todavía creo en mirar a los ojos: escribió un poeta contemporáneo.
… con ojos de niños: es el título de un libro de un autor
italiano.
Y la lista puede ser casi infinita.
Parece que nuestros ojos y todo lo que ellos pueden captar traspasan hasta lo
que pensamos y lo que sentimos. A tal punto que podemos decirlo sin siquiera un
movimiento, una sonrisa o una palabra. Los ojos hablan. Las miradas dicen cosas
muy importantes.
Y claro que no siempre lo que dicen nuestros ojos son cosas hermosas como las
que vinieron a mi mente rápidamente. A veces las miradas son “difíciles” de
escuchar, difíciles de entender, difíciles de hacer contacto. ¿Quién no han
sufrido una mirada de desaprobación, de desamor, de enojo o indiferencia?
¿Quién no ha llegado a un lugar y darse cuenta
sencillamente que nadie lo ha mirado tan solo unos instantes? Y las preguntas
podrían seguir. Pero volvamos unas líneas atrás.
Es que “los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad
se refleja en tu mirada” y esto que está registrado en los escritos antiguos son
parte de las enseñanzas de Jesús en el conocido “Sermón de la Montaña”. Mis
ojos, tus ojos son el reflejo de nuestro carácter, de todo lo que soy y de todo
lo sos. Mis ojos y tus ojos son el espejo de nuestra alma.
¿Y qué es el alma, sino aquello que perciben y reciben quienes están a nuestro
alrededor?
¿Y qué es el carácter sino esa parte de nuestro ser que va siendo formada desde
que nacemos y somos alojados por una familia, que está en una comunidad y que a
su vez forma parte de una sociedad cercana? Nuestro carácter tiene entonces
algunas características de nuestra familia biológica, de nuestra comunidad
cercana pero fundamentalmente de nuestro Creador, porque fuimos creados a Su
Imagen. Fuimos creados con algunos rasgos que Dios mismo tiene.
El mismo de quién se dice: “Porque los ojos de
Dios recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón les
pertenece”. Entonces podemos tener una mirada radiante, que abraza, que cuida,
que invita, que exprese cariño y ternura, porque así es la mirada Dios.
Si podemos tener la mirada de Dios también podemos tener la mirada de Jesús,
porque Jesús y el Padre Dios uno son.
De Jesús está escrita una de las palabras más hermosas que jamás haya leído y
dicen así... “Y mirándole le amó” (en ocasión de presentarse un joven
rico que tenía muchas posesiones y quería seguirlo), otros de los escritos
antiguos dicen: Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por
él. Es posible tener esa mirada, porque las mismas cosas que Jesús hizo
nosotros también podemos hacer (dicen otros escritos antiguos).
Sí. Nuestra mirada tiene efecto. Así como la tienen las miradas de los otros
sobre nosotros. Con nuestra mirada podemos acercar o podemos
alejar. Con nuestra mirada podemos aprobar o sencillamente decir no, sin
emitir palabra. Con nuestra mirada podemos abrazar aunque no hayamos
abierto siquiera los brazos. A quien miramos con afecto se siente
abrazado. Y sino por un rato jugá y conversá con un niño y sostené con él
la mirada...
En tiempos fugaces como los que estamos viviendo, en tiempos donde mirar es
solo cosa de segundos, te invito a mirar a tu alrededor y mirar diferente, te
invito a mirar a tu alrededor y mirar con ternura, con cariño, con deseos de
acercar a alguien y no de alejar, te invito a mirar y quedarte allí con esa
persona o en ese lugar.
Es posible que estés teniendo sentimientos y pensamientos encontrados tales
como: yo nunca pensé así, yo casi nunca miré de esa manera, a mí pocas veces me
miraron de esa forma, nadie se detiene demasiado a pensar en eso... Es cierto.
Pero es posible y es necesario cambiar el efecto de las miradas. La familia que
nos alojó lo necesita, la comunidad donde estamos lo necesita, la sociedad de
la que formamos parte lo necesita.
Y además es posible hacerlo porque todavía el Creador, quien nos formó a su
imagen, está listo para respondernos si le pedimos ayuda en ese sentido.
¿Recordas el primer efecto? Llámame y yo te
responderé, ahora encontré una perla hermosísima en los escritos antiguos que
dice lo siguiente: “Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con
los que aman tu nombre”
¿Quisieras mirar como lo hace Jesús?
¿Quisieras poder tener la mirada de tu Creador?
¿Quisieras “decir” palabras de ánimo con tu mirada?
Es posible cambiar el efecto de las miradas...
Aquí algunas de las frases que rápidamente aparecieron en mi mente y otras que se enlazaban con las anteriores como las olas en el mar.
...la mirada es el lenguaje del corazón: escribió William Shekaspeare.
...el alma que puede hablar con los ojos, también puede besar con la mirada: Gustavo Adolfo Becquer.
...bendita la luz de tu mirada: repite una canción muy conocida.
...todavía creo en mirar a los ojos: escribió un poeta contemporáneo.
… con ojos de niños: es el título de un libro de un autor italiano.
Y la lista puede ser casi infinita.
Parece que nuestros ojos y todo lo que ellos pueden captar traspasan hasta lo que pensamos y lo que sentimos. A tal punto que podemos decirlo sin siquiera un movimiento, una sonrisa o una palabra. Los ojos hablan. Las miradas dicen cosas muy importantes.
Y claro que no siempre lo que dicen nuestros ojos son cosas hermosas como las que vinieron a mi mente rápidamente. A veces las miradas son “difíciles” de escuchar, difíciles de entender, difíciles de hacer contacto. ¿Quién no han sufrido una mirada de desaprobación, de desamor, de enojo o indiferencia?
Es que “los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad se refleja en tu mirada” y esto que está registrado en los escritos antiguos son parte de las enseñanzas de Jesús en el conocido “Sermón de la Montaña”. Mis ojos, tus ojos son el reflejo de nuestro carácter, de todo lo que soy y de todo lo sos. Mis ojos y tus ojos son el espejo de nuestra alma.
¿Y qué es el alma, sino aquello que perciben y reciben quienes están a nuestro alrededor?
¿Y qué es el carácter sino esa parte de nuestro ser que va siendo formada desde que nacemos y somos alojados por una familia, que está en una comunidad y que a su vez forma parte de una sociedad cercana? Nuestro carácter tiene entonces algunas características de nuestra familia biológica, de nuestra comunidad cercana pero fundamentalmente de nuestro Creador, porque fuimos creados a Su Imagen. Fuimos creados con algunos rasgos que Dios mismo tiene.
Si podemos tener la mirada de Dios también podemos tener la mirada de Jesús, porque Jesús y el Padre Dios uno son.
De Jesús está escrita una de las palabras más hermosas que jamás haya leído y dicen así... “Y mirándole le amó” (en ocasión de presentarse un joven rico que tenía muchas posesiones y quería seguirlo), otros de los escritos antiguos dicen: Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él. Es posible tener esa mirada, porque las mismas cosas que Jesús hizo nosotros también podemos hacer (dicen otros escritos antiguos).
Sí. Nuestra mirada tiene efecto. Así como la tienen las miradas de los otros sobre nosotros. Con nuestra mirada podemos acercar o podemos alejar. Con nuestra mirada podemos aprobar o sencillamente decir no, sin emitir palabra. Con nuestra mirada podemos abrazar aunque no hayamos abierto siquiera los brazos. A quien miramos con afecto se siente abrazado. Y sino por un rato jugá y conversá con un niño y sostené con él la mirada...
En tiempos fugaces como los que estamos viviendo, en tiempos donde mirar es solo cosa de segundos, te invito a mirar a tu alrededor y mirar diferente, te invito a mirar a tu alrededor y mirar con ternura, con cariño, con deseos de acercar a alguien y no de alejar, te invito a mirar y quedarte allí con esa persona o en ese lugar.
Es posible que estés teniendo sentimientos y pensamientos encontrados tales como: yo nunca pensé así, yo casi nunca miré de esa manera, a mí pocas veces me miraron de esa forma, nadie se detiene demasiado a pensar en eso... Es cierto. Pero es posible y es necesario cambiar el efecto de las miradas. La familia que nos alojó lo necesita, la comunidad donde estamos lo necesita, la sociedad de la que formamos parte lo necesita.
Y además es posible hacerlo porque todavía el Creador, quien nos formó a su imagen, está listo para respondernos si le pedimos ayuda en ese sentido.
¿Quisieras mirar como lo hace Jesús?
¿Quisieras poder tener la mirada de tu Creador?
¿Quisieras “decir” palabras de ánimo con tu mirada?
Es posible cambiar el efecto de las miradas...
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