Estamos a pocas horas de haber comenzado un nuevo año. Muchos de nosotros recibimos saludos para el nuevo año con estas palabras:
¡Feliz año nuevo! Mis mejores deseos para ustedes en esta nueva temporada…¡Felicidades!
No me malinterpreten, agradezco esas palabras, pero mi deseo para mis afectos es que en este nuevo año puedan decir conmigo Bendito Dios…
Dicen los escritos antiguos, en la voz de San Pablo:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual, en los lugares celestiales en Cristo. Efesios 1:3
Alabado seas Dios y Padre de nuestro Señor Jesús que nos hizo dichosos, felices, bienaventurados con toda gracia, con todo don, con todo presente espiritual, en los lugares celestiales, en Cristo. Efesios 1:3 (paráfrasis)
Enlazando verdades y épocas, uniendo aquellos escritos con nuestra vida hoy.
Bendito Dios…
En primer lugar mi corazón se alegra y mi rostro sonríe al pensar en Dios cómo quien piensa en algo muy preciado. Porque eso es Dios para mí. Lo más preciado que tengo.
Que nos bendijo con toda bendición espiritual
Todo mi ser también agradece por sus dones, por su gracia y por sus bendiciones espirituales.
Pero, ¿qué son las bendiciones espirituales? Las bendiciones espirituales son hermosos dones que de ninguna manera podríamos comprar ni en la tienda más querida de nuestra ciudad , porque son presentes espirituales y por lo tanto no se pueden reconocer con nuestros sentidos terrenales.
Las bendiciones espirituales solo pueden ser reconocidas por quienes conocen al Dios verdadero. Solo ellos pueden reconocer que la comunión con Dios, el perdón de pecados, el amor por la familia de la fe, el amor por quienes no conocen al Dios verdadero, la fe, el contentamiento, la paciencia para caminar las pruebas, el gozo para vivir aceptando su voluntad y la esperanza de un futuro en Su Gloria son un regalo imposible de valuar.
En los “lugares celestiales”.
El lugar celestial es la morada de Dios, es donde Dios habita y donde Jesús está junto a Él: “ Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puesto los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios “ Hechos 7:55 y donde nosotros mismos vamos a vivir un día con Él...
Y si bien nosotros vamos a vivir “un día” allí, lo cierto es que ya somos de ese lugar, hemos nacido en ese lugar celestial cuando creímos por fe en Jesús como nuestro salvador. Jesús dijo:...no son de este mundo, como tampoco yo soy del mundo. Juan 17:14
No somos del mundo.
¿De dónde somos entonces? Somos del cielo. Nuestra ciudadanía, nuestro lugar de residencia eterna, está allí. Por lo tanto Nuestro apego también debería estar allí. Pienso en el tiempo de gestación de un niño o niña en el vientre de su madre, y el amor de su padre. Dicen los que saben que el lugar donde fuimos gestados y donde crecemos durante estos nueves meses son muy importantes.
Recibimos sonidos del ambiente, el afecto y el efecto de las personas que viven en el lugar físico junto a nuestros padres, percibimos las sensaciones que la naturaleza provoca en nuestra madre y muchísimas cosas más.
En lo espiritual fuimos gestados en la eternidad, y así lo dicen los escritos antiguos: “Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados,cuando no existía ni uno solo de ellos. Salmo 139:16 - LBLA.
San Pablo también escribió sobre esto: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como Salvador” Filipenses 3:20
Algunas cosas de las que vamos a vivir allí están registradas en su Palabra, pero otras no. Y si Dios, que nos sorprende cada día con la luz del sol, o las estrellas de la noche, con los miles de colores de las hojas de los árboles, o con la belleza de cada niño y niña que nace, creo que nos va a sorprender con toda Su Gloria en el cielo.
Por eso y volviendo al principio mi deseo para mis afectos es que en este nueva temporada puedan decir conmigo Bendito Dios…
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